Mourn brilló en El Sol en un concierto pleno de autenticidad
Para quien tiene la música en los genes, no hay obstáculo lo suficientemente grande que te impida subir a un escenario y darlo todo para que el concierto salga bien. Por ello, el pasado jueves por la noche, las catalanas Mourn superaron un día complicado, incluyendo un accidente de tráfico de su baterista, y ofrecieron un notable recital en la madrileña Sala El Sol, como parte del ciclo Inverfest.
Son muy jóvenes, aunque llevan ya algunos años de carrera y tres discos de larga duración a sus espaldas. El último, publicado el pasado año. Son, además, un buen grupo que hace buenas canciones. Algo que parece mucho más complejo de lo que es.
Aunque no poseen tonadas memorables con melodías destacadas o estribillos coreables, sus canciones generalmente alcanzan un nivel notable. Permanecen fieles a un estilo que evoca el indie pop de guitarras de los noventa, con influencias de los sesenta, ejecutándolo con destreza.
En directo, su sonido destaca especialmente, mostrando una cohesión perfecta y un bajo que realza las canciones. La poco concurrida audiencia (menos de media entrada) permitió una mayor cercanía y disfrutar de una velada agradable, con una comodidad y silencio que lamentablemente faltan en tantos bolos.
Los primeros acordes que sonaron fueron los de “Could be friends”, de su última entrega The Avoider, trabajo que centró la mayor parte del concierto. Su estilo crudo y sincero nos atrapó desde los primeros instantes.
El trío derrochó simpatía y regaló algunas “sorpresas” (relativas en un repertorio que no es tan extenso) como “Alegre y jovial” y “Verdura y Sentimientos”, las primeras canciones en castellano de un conjunto que, como muchos de la escena nacional con influencia anglosajona, luce más cuando cantan en inglés.
El idioma de Shakespeare es un traje que encaja mejor con un estilo proveniente de las islas. El resto del repertorio así lo demostró. Ellas se dedicaron a cantarnos y charlar con nosotros mientras interpretaban riffs con cuerpo y solera.
Estos conciertos de sala pequeña son fundamentales para preservar la autenticidad de la música genuina, surgida de las entrañas, frente a productos comerciales enlatados carentes de identidad.
Y así, casi sin darnos cuenta, con “BCN”, “Scepter” y “Apathy” llegamos al final de un concierto que demostró el talento, la pasión y la dedicación de una banda que nunca falla. Es la solidez de artistas que reciben una guitarra antes incluso de su primer juguete.
Redacción: Yago Hernández González