Reseña disco Maria Arnal i Marcel Bagés “45 Cerebros y 1 Corazón”
«Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir.»
José Saramago
La realidad golpea con inusitada belleza y, en ocasiones, esa belleza es la traslación de una entropía sobre determinados valores, sensaciones y realidades. «45 Cerebros y 1 Corazón» es un álbum excepcional, maravilloso de inusitada hermosura enaltecedora; cimentada sobre una realidad social, política e histórica de profunda conciencia y reivindicación, sustentada en una revisitación de la música popular (cuplé, fandango, copla, flamenco y jota) con texturas galvánicas de hondo calado, cuya premisa inicial radica en el propio nombre del disco, extraído de una noticia reciente que relataba el encuentro de una fosa común que albergaba cuarenta y cinco cerebros y un corazón embalsamados. Bajo este dramático y olvidado hecho, Arnal y Bagés componen una obra musical de excepcional valor tanto en lo lírico como en lo sinfónico. Dibujan un sonograma de épicas consecuencias para el oyente quien, tras su escucha, se ve inmerso en una marejada de sentimientos y reivindicaciones que balancean el espíritu hasta límites insospechados.
Un acto musical sobrecogedor que se abre con «Canción total», cuya carga melódica sienta las bases de la descarga que esta por acontecer. «Bienes» repiquetea en tu conciencia con ese folclor que sale de lo ajado para convertirse en vanguardia. «Jo no canto per la veu» huele a tierra mojada de fiereza reivindicativa, mientas que «Tú que vienes a rondarme» levanta el ánimo con unos versos de excepcional dimensión que la llevan a convertirse en una de las mejores canciones de los últimos años. «Desmemoria» invita al recogimiento y a la reflexión, «Ball del Vetlatori» redimensiona el sufrimiento y «La Gent» encauza el empoderamiento con desgarradora fuerza, mientras que «No he desitjat mai cap cos com el teu» traza con aroma de guitarras del Seattle más auténtico y descarnado un poema de generosa virtuosidad, al igual que el propio tema que da título al disco, una pieza de indudable delicadez repleta de tragedia inolvidable en todos los sentidos.
Un disco creado con virtuosismo e intensidad, con la credibilidad que da saber de dónde se viene, hacia donde se va y quien quieres que te acompañe. Un álbum que es pura intimidad que se ve quebrado en ocasiones por quejidos galvánicos de tradición actualizada que tejen un todo orgánico que conmueve, emociona, conciencia y embellece el panorama dominante. Un disco absolutamente necesario e imprescindible para toda una generación porque, tal como dejo por escrito Borges: «Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.»
Redacción: Juan A. Ruiz-Valdepeñas