Crítica Trinchera Pop de Iván Ferreiro
«El pop ha sido como un western continuo, ha tenido su misma clásica sencillez, el mismo poder de convertir un cliché en mito. No tiene una mentalidad definida. Lo único que ha hecho ha sido adoptar corrientes, maneras, obsesiones adolescentes y plasmarlas en imágenes».
Nick Cohn
Iván Ferreiro, tras siete años de silencio discográfico, finaliza su recorrido por las grandes llanuras del pop patrio a lomos de una obra, «Trinchera Pop», cuya orfebrería recae en pocas manos y, donde la aparente simpleza estructural contiene un resumen de su extensa carrera musical, donde la presencia Piratas y sus primeras obras en solitario, colisionan en un duelo al sol repartido en diez cápsulas de refulgente obra biográfica armonizada con capas de sonido primigenio, rebozadas en un velo electrónico que sirve de conexión telúrica entre lirica y música.
Un disco conceptual que da comienzo con una tríada de canciones que transitan entre la calma narcótica de «Canciones para no escapar», el estruendo a ritmo de nostálgico sampleado de Félix Rodríguez de la Fuente y la mítica «El hombre y la tierra» y la furibunda y epatante «Dejar Madrid».
A partir de aquí, la trilogía del movimiento y, en cierta forma la constatación que el equilibrio es imposible por obra y merced de las trabajadas «En el alambre», «Gran columpio» y «Paintball» que dejan al oyente en el puente de paso más árido y quizás menos acertado de un álbum por otro lado notable, como son «Los Puntos de Lagrange» y «Miss Saigon» que abocan hacia un abrupto y melancólico final por obra y merced de «La gran belleza y la juventud» y «En las trincheras de la cultura pop» que, volviendo a recurrir al maestro Cohn, la música pop «ha hecho caricaturas gigantes de la ambición, de la violencia, del amor y del inconformismo que han resultado ser las ficciones más poderosas y más precisas de este tiempo…»
Redacción: Juan A. Ruiz-Valdepeñas