Rorschach
Tom King y Jorge Fornés
ECC. Black Lavel
Mi iniciación en el cómic adulto fue gracias a Watchmen, la inmortal obra de Alan Moore y Dave Gibbons. Todo ocurrió cuando era profesor en uno de esos nichos privados de los que salen los próceres de nuestra España de bien, que Dios siempre guarde. Un compañero, que daba dirección de cine, a la postre hoy reconocido director, me dejó la serie entera en grapa, pero encuadernada con mucho mimo. Hasta entonces solo había pasado por Tintín, Astérix, Blueberry y los tebeos de Bruguera. Tuvieron que insistirme para quitarme los prejuicios que tenía hacia las historias de encapuchados con trajes pintorescos, ajustados y, generalmente, marcando paquete. E hicieron bien porque aluciné con esta obra crepuscular que cambió mi concepción del mundo del tebeo.
Tom King es el guionista de algunos de los cómics más importantes de los últimos tiempos, sobre todo en series mainstream. Hasta el punto de ser un tipo al que le dan total libertad para elegir las historias que quiere contar. Este autor, que proviene del mundo del espionaje, decidió proponer a DC una continuación de la obra de Moore y Gibbons. Y eso son palabras mayores, por no decir que podrían acusarlo de sacrílego. Para ello llamó a un dibujante español, ahora en boga, pero cuya carrera artística comenzó desde el autoaprendizaje, sin haber pasado por una escuela, y compaginándolo con otro tipo de trabajo más convencional: Jorge Fornés.
Ambos han creado Rorschach, cuyo nombre deja claro quién es el protagonista. Como dice un amigo: «Nuestro héroe fascista favorito». Si alguien ha leído Watchmen, sabrá de quién hablamos: un tipo con gabardina, sombrero de fieltro, poco aseado y una máscara con las manchas de tinta (cambiantes) del test de Rorschach. Moore se inspiró en otro conocido personaje como The Question, creado por Steve Ditko a finales de los sesenta. Si quieres adentrarte en la lectura de Rorschach por fuerza tienes que haber pasado por el cómic iniciático o la película que hizo Zack Snyder. Asimismo, vale haber visto la serie de HBO creada por Damon Lindelof, de la cual esta secuela también es deudora.
La historia comienza con el intento de asesinato de un candidato a la presidencia de Estados Unidos por parte de una joven disfrazada de vaquera y el propio Rorschach. ¿Pero quién está tras la máscara si Rorschach murió al final de Watchmen? La respuesta a este interrogante se desentraña en este apasionante thriller contado con una estructura al estilo de Ciudadano Kane de Orson Wells, es decir, de manera alambicada, densa, dura de leer, pero fascinante. Fornés, en un ejercicio de virtuosismo, hace suyo el dibujo de Gibbons, pero con un estilo diferente, evocando el aire cinematográfico del thriller estadounidense de los años 70: La conversación, Taxi driver, Network, The French Connection, Los tres días del cóndor, Todos los hombres del presidente, Pelham 1, 2, 3, etcétera.
En conclusión, si son amantes de Watchmen y también del cómic de género negro estadounidense, que se fusiona con el mejor cine de los años 70, cuando se produjo un cambio hacia una nueva dimensión, sin olvidar la carga de profundidad política que Tom King lanza hacia nuestro presente, no deben perderse este grandioso cómic.
Redacción: Gonzalo Visedo







