The New Raemon, Garfunkel, y su aniversario en Madrid
El artista barcelonés ofreció un concierto en Madrid, un show especial en el Teatro Eslava, para rememorar los 15 años del lanzamiento de su primer álbum, ‘A propósito de Garfunkel, en una noche inolvidable para él y su fiel y apasionado público.
Hay quienes aprovecha el tirón de retiradas y aniversarios para mantener espectáculos y alargar giras más allá de lo emotivo y exprimiendo sin pudor la nostalgia, conocemos muchos ejemplos. Pero… ¿y lo bonito que es poder disfrutar del aniversario de uno de tus discos favoritos, en directo, tres lustros después de su lanzamiento?
La música, en uno de sus usos más populares y a la vez obvio, nos permite marcar una cruz, establecer un hito y avanzar -o retroceder, según como lo mires- para posteriormente echar la vista atrás -o adelante- y así, emocionarte, entristecerte, gritar, llorar o reír con cada una de esas canciones que conformaron una porción de tu vida. Gracias a que escuchaste este o aquel disco, seguramente acabaras escuchando algún otro, que forma parte de tu bagaje musical y personal, y así sucesivamente.
Y toda esta ferviente defensa de los conciertos aniversario, la hago desde la más pura objetividad, que me otorga mi condición como seguidor ‘neutro’ del trabajo de Ramón Rodriguez. ¡Ojo ‘cuidao’! Conocedor y oyente habitual de sus discos, pero no integrado en ese entusiasta séquito que acudió a la mítica sala madrileña de la calle Arenal el pasado domingo. Prácticamente llena pesar de la presión que confesó sufrir durante la semana el bueno de Ramón: “es que las entradas van lentas…” mascullaba entre las risas del respetable.
De esta forma, y aunque la analogía no sea la más hermosa de todas, esta condición neutral, me hacía ver el entorno de la misma manera que un cuerdo observa a sus colegas en estado de embriaguez. Y aunque esta sensación pueda darse en cualquier concierto en el que no eres seguidor acérrimo de la banda en cuestión, se apreciaba en el ambiente, casi como algo masticable, la mística que rodeaba al autor y la pieza de su obra que venía a desempolvar.
Tras el saludo cercano y la presentación sin artificios, el concierto arrancaba “por el principio”, con ‘La cafetera’ y un potente sonido liderado por la acústica de Rodriguez, pero perfectamente flanqueado por batería, percusión, teclados, eléctrica y bajo, que se adaptó arduo y veloz a la acústica de una sala más que respetuosa pero entregada a la noche que recién acababa de empezar.
Alternando desde entonces cortes del homenajeado A propósito de Garfunkel, con otros temas de su segundo trabajo, La dimensión desconocida, The New Raemon y los suyos fueron sembrando la pasión en ‘El fin de la resistencia’, ‘Hoy estreno’ , ‘Por tradición’, ‘El saben aquel que diu’, calentando el termo con esos medios tempos marca de la casa como son ‘Fuera complejos’, ‘La siesta’ o ‘Sucedáneos’, para regalarnos las mejores píldoras enérgico-afectivas de canciones como ‘Fuera complejos’, ‘Estupendamente’ o los embriagadores viajes que nos brindan ‘El cau del pescador’ o la autobiográfica ‘Dramon Rodríguez’.
Con este un repertorio acotado a la ocasión, pero con un acertado orden y gran ritmo de concierto, no faltaron los chascarrillos y anécdotas del cumpleañero álbum, referencias al productor Ricky Falkner -presente entre el público-, bromas sobre su retirada o la compra del bajo que su hija Leia tocó durante la noche gracias a una indemnización que cobró cuando ella tenía dos años.
En ese acogedor ambiente de respeto y admiración mutua, sonó la archiconocida y preciosista versión de ‘Te debo un baile’, con voz y guitarra en solitario, ‘Hundir la flota’, la inédita ‘Aurora ocho’ -con dedicatoria a su padre- y el cierre de la mano de la demoledora ‘Mil gracias’.
El definitivo bis, sirvió de reflejo al perfecto hilo argumental de todo el concierto. ‘A propósito del asno’ agarró con fuerza el corazón en un puño, ‘Elena-na’ nos zarandeó con su habitual y duro costumbrismo y la decisiva y desbordante ‘Tú, Garfunkel’, hizo explotar a un público que dejó la poca garganta que le quedaba en la sala, para salir a la calle y afrontar la semana con una sonrisa de oreja a oreja.
Y es que, con tipos como Ramón, da gusto ir a los cumpleaños.
Redacción: Iñaki Molinos